En la aldea
17 mayo 2024

Teleculebra ibérica (Parte I)

«No se sabe dónde se ha retirado a pensar el protagonista, el meditabundo, no se sabe dónde dirime, cavila, sopesa»

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Sonia Chocrón | 02 mayo 2024

-Amor mío, quédate.

-No sé si pueda, si deba. Lo hago por ti, no puedo permitir que te difamen, flor mía.

-No, amor. No pienses en mí aunque sea la madre de tus hijos y la tía que riega los helechos; piensa en tu deber, en tus electores, en tu pueblo. No permitas que la ultra, ultra, ultraderecha fascista nos pueda.

-Te amo- asiente él finalmente convencido de que es un crimen privar a las buenas gentes de su liderazgo.

Mientras tanto, en la calle Ferraz de Madriz, una multitud -escuálida- grita vítores  y consignas de amor que reproducen la devoción por el ángel caído: ¡Quedaté, Pedro!, gritan presas de la fe.

Entretanto, 130 chóferes de autobuses (fletados) bostezan y aguardan con paciencia, que para eso les pagan, a que el clamor socialista se detenga y todos vuelvan a ocupar sus asientos de regreso.

Porque una cosa es cierta: Esto no es Roma, no hay César que convoque a los leones, tampoco gladiadores ni animales para sacrificar (aunque quién sabe), pero se sacia el sueño popular de participar en el drama, aunque sea de “extra”. No hay foro. No hay circo. Hay melodrama.

Y también hay un presidente que se retira a meditar su permanencia en el poder; que no es cualquier cosa. Aquí deberían sonar acordes de suspenso.

Los cielos se detienen, y el odio y el amor, y todo queda suspendido durante cinco días. La historia en vilo. Cada cual espera lo que espera. Unos que medite y desista. Otros que medite y persista.

El compás es de cinco días. El protagonista hace mutis para rumiar en la soledad del héroe (guapo) el odio de esos perdedores que hoy piden su cabeza por unas cuantas sospechas insignificantes y sin probar. 

Todo hay que decirlo: nada iguala su porte, sus trajes de corte impecable, el estilo pitillo de sus pantalones y el culo griego, su galanura inevitable: él se mira al espejo y lo sabe, él es Él. Y está encantado de conocerse.

Cinco largos días que se estiran como una goma de mascar y le dan esperanza a sus fieles y a sus detractores. Que no se vaya nuestro líder. O que se vaya el granuja golpista.

Las mujeres, muchas, en plazas y micrófonos, como la María Jesús, o La Carmen la ex de Felipillo, la de cabellos largos e ideas cortas, la Yoli, no se conforman.

-Te necesitamos , Pedro- repiten ellas.

-No nos dejes, Pedro. Reflexiona, Pedro. 

He ahí el dilema del héroe (Vladimir Propp se hubiera deleitado): defender la honorabilidad de su amada, sospechosa de tráfico de influencias, corrupción, choriza de las arcas públicas y de hasta tráfico de drogas (según Pegasus, dicen las lenguas malintencionadas y guarras) como un macho devoto, o pensar en sus fieles, urgidos de su manto protector a la izquierda de la izquierda de la nada.

-Son víctimas del odio

-Son víctimas de una campaña de acoso fascista del bloque reaccionario.

No son víctimas de la justicia. No de sus actos. Son víctima de los otros. 

Pero mientras tanto, el mundo de la cultura (la cultura de la subvención sobre todo) se hace notar. Gime. El otro Pedro dice que se echa a llorar de congoja. No llores por mí, Almodóvar, pero con la melodía de la ópera rock Evita. Don’t cry for me, Spain. Otra actriz alza los puños frente a cámaras para transmitirle su fuerza actoral a Pedro, una paredes sin cuarta pared; algún escritor también se alinea en la comparsa. Porque así es el mundo de la cultura escogida: baila al son que se le toque. 

No se sabe dónde se ha retirado a pensar el protagonista, el meditabundo, no se sabe dónde dirime, cavila, sopesa. 

Podría ser en un baño del Palacio presidencial. (Si yo escribiera el guion lo sentaría primero en el inodoro haciendo número 2, y luego frente al espejo, desnudo, queriéndose mucho).

Así son los dioses: les gusta hacerce de rogar, sentirse mimados y queridos. Indispensables.

Cuatro días y el episodio cumbre se acerca. A solo horas de la Pedro’s Choice. La etapa culminante -de este arco de la historia nada más-.

Gritos de apoyo y de cariño anteceden la noticia.

Ha dicho me quedo. Permanezco, mando, sigo, persevero, aquí me quedo.

Si yo escribiera el guion, de fondo le pondría, en segundo plano, acordes del famoso tango Cambalache –(«Si uno vive en la impostura/y otro roba en su ambición/da lo mismo que si es cura/colchonero, rey de bastos/ caradura o polizón”).

En mi guion, los suyos se rompen las manos aplaudiendo al ídolo por haberse pasado cinco días haciendo nada, -y sus adversarios también-. Lástima que no haya decidido prolongar su periodo de reflexión de forma permanente y continuar una brillante carrera como actor o autor.

Pero como lo mío es ficción (y lo suyo también), la realidad es que el pensador no se va, no dimite, se queda como si alguna vez hubiera pretendido verdaderamente irse.

En mi final de punto y fin (que no de punto y aparte), el ídolo se va con su pareja a disfrutar de las mieles ya no del poder sino de la impunidad, tomando mojito desde La Romana, y eso sí, reunido con sus cuates Betty la fea, el chamán de la coca, y el zapatero remendón.

« Ha sobreactuado el presidente del Gobierno haciendo a todo el país partícipe de su proceso de reflexión. Han sobreactuado los partidos con ciertos efluvios belicistas. Ha sobreactuado la oposición advirtiendo del «peligro» del último discurso de Pedro Sánchez.Hemos sobreactuado los periodistas, rellenando tertulias con la más absoluta nada y pidiendo la hora este lunes», reseñó Alberto R. Aguiar , editor de Bussines Insider España

Sin duda, en mi humilde entender, una oportunidad de oro para hacerse un “rebranding”. Ser no el malvado sino la víctima en un momento en el que su gestión parecía acorralada por las dudas en torno a las relaciones de su pareja, con empresas rescatadas por el Gobierno en los tiempos aciagos de la pandemia, por no ahondar en la reapertura del caso Pegasus, que de prosperar, los deja aún peor parado que los aviones de aquella línea aérea quebrada.

Y desde ya advierte que este paréntesis no será un punto y seguido, será un punto y aparte. Un “golpe” de efecto, de momento.

Agreguémosle “la limpieza” que Pedro, el caviloso, desliza de pasada en sus declaraciones, y adivinemos lo que vendrá.

Desinfectante, tapabocas (literalmente) y antibacteriales en la justicia, en los medios y donde haga falta.

Ya conocemos esa película, la hemos visto desde hace años, se llama “La mordaza”.

Una tragicomedia, respondería si tuviera que asignarle algún género. Una tragicomedia para reír y llorar, signada por el ridículo colectivo.

“Asociamos el ridículo con la risa, pero su esencia es el absurdo: lo que choca frontalmente con el sentido común. El ridículo de los tiranos sólo puede ser apreciado por quienes no están sometidos a la tiranía, pues bajo ella no hay más lógica que sus actos. Allá vamos”, como dice el autor y humorista español @MonsieurSansFoy

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La opinión emitida en este espacio refleja únicamente la de su autor y no compromete la línea editorial de La Gran Aldea.
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